domingo, 20 de noviembre de 2011

Enajenación en el trabajo

“Cuando un pueblo trabaja dios lo respeta.

Pero cuando un pueblo canta, dios lo ama”.

Facundo Cabral

ENAJENACIÓN EN EL TRABAJO


Las formas de organización económica en la mayoría de las comunidades originarias de México parten de la obsolescencia de la propiedad privada y privilegian las propiedades comunales, donde la tierra es de todos y a la vez de nadie, donde los habitantes de la comunidad tienen la facultad de trabajar las tierras durante un tiempo determinado para satisfacer las necesidades de los suyos.

En contraparte, las sociedades urbanizadas, donde el capitalismo administra la vida, es evidente la existencia de la propiedad privada y con ello, la eliminación de la cooperación y de la ayuda mutua para dar paso a una inminente competencia por acaparar todo, incluso de la vida de otros.

Marx plantea que en el capitalismo “ciertamente el trabajo produce maravillas para los ricos, pero produce privaciones para el trabajador. Produce palacios, pero para el trabajador chozas. Produce belleza, pero deformidades para el trabajador. Produce espíritu, pero origina estupidez y cretinismo para el trabajador”[1]

En este sentido Marx habla de una enajenación o alienación en el trabajo, que se refiere a la explotación del hombre por el hombre, a la perdida de la autonomía y libertad a consecuencia de la explotación a la que se somete al trabajador.

Esta condición tiene sus orígenes en el Taylorismo, que fue una forma de organización del trabajo donde la ciencia y la tecnología ocuparon un lugar predominante en las dinámicas de acumulación. Este fue un novedoso mecanismo, cuyo fin era aumentar la productividad y evitar el control que el obrero podía tener, eliminado los tiempos muertos.

Fue en el Taylorismo cuando se le extrae el conocimiento al trabajador. Ahora los saberes prácticos son controlados por las industrias y no por el obrero en sí, limitándolo de sus capacidades sobre la producción.

La enajenación siguió proliferando en el Fordismo y actualmente pareciera ser inherente al Posfordismo. Karl Marx plantea que “aquí el hombre se hace cosa, mercancía usada por el propietario de los medios de producción sólo como un instrumento más en la cadena de producción de bienes”[2]

La extracción del saber es un atentado contra la mismo ser. Para Heidegger la esencia de la técnica es una manifestación del ser. Por lo tanto el hombre -según Heidegger- no es el animal de trabajo, si no el que custodia la esencia de la verdad, del desocultamiento[3]. Esto lo reafirma Marx cuando dice que el trabajador pone su vida en el objeto. En tanto para Marcuse “la técnica misma es dominio sobre la naturaleza y sobre los hombres: un dominio metódico, científico, calculado y calculante”.[4]

El capitalismo abre la brecha entre el trabajador humano y el producto comerciable. La enajenación del trabajador en su producto significa no solamente que su trabajo se convierte en un objeto, sino en una existencia exterior, que existe fuera de él.

Marx pone especial énfasis a la enajenación en el trabajo cuando dice que “el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado”.[5]

Si el producto del trabajo es ajeno al trabajador, entonces ¿A quién pertenece?. Si su propia actividad no le pertenece; si es una actividad ajena, forzada, ¿A quién pertenece entonces? Marx responde que “A un ser otro que yo”[6].

Ese ser extraño al que pertenece el trabajo y el producto del trabajo, a cuyo servicio está el oprimido solamente puede ser el hombre mismo.

Sin embargo, parece ser que esta condición de dominio se ha vuelto legitimada, pues ahora el razonable para el capitalismo que existan dos polos en las sociedades: una opresora y la otra oprimida.

La clase oprimida, que es la que produce las mercancías tiene jornadas laborales cada vez más largas y la esperanza de vida es menor en comparación con la clase opresora que es la que se apropia de las mercancías. La condición de desigualdad es primordial para que el capitalismo funcione, pues necesita que una parte del mundo se quede rezagado, en un nivel de necesidad. ¿Es esto Racional?

Marcuse apunta a que esta condición de represión “puede desaparecer de la conciencia de la población, ya que la legitimación del dominio ha adquirido un carácter distinto: ahora apela a la creciente productividad y creciente dominación de la naturaleza, que también proporcionan a los individuos una vida más confortable.”[7]

En la etapa de desarrollo técnico y científico en la que vivimos, lejos de eliminar las desigualdades parece ser que la amplifica, pues la dominación -ya no del hombre sobre la naturaleza, sino del hombre por el mismo hombre- tiene una clara ampliación efectiva. Ya no hay capacidad de decisión sobre la vida misma y en consecuencia, la enajenación en el trabajo se manifiesta.

Marx profundiza en el origen de la enajenación y atribuye su causa al salario y a la propiedad privada. En estos tiempos del inminente capitalismo: Entre mayor es la producción, mayor es el salario y por lo tanto el estándar de vida aumenta, más no así la calidad de vida. Cierta parte de los trabajadores viven como ricos, pero siguen siendo pobres.

Hoy más que nunca dependemos de los objetos técnicos, de las maquinas, estas nos han desafiado. “Sin darnos cuenta, hemos quedado tan firmemente fundidos a los objetos técnicos, que hemos venido a dar en su servidumbre.”[8]

Quiza, lo único que todavía puede decirse, en el mejor de los casos, es que la sociedad

está “mal programada” y que la racionalidad no es “tan racional”. Al final de cuentas Heiddeger se pregunta a sí mismo ¿Y para qué?

Texto: Yovegami Ascona Mora


[1] MARX, K. Manuscritos Económicos-Filosóficos

[2] Ibid.

[3] HEIDEGGER, M. Ciencia y Técnica

[4] MARCUSE, H. en Wissenschaft und Technik als “Ideologie” de J. Habemas

[5] MARX, K. Manuscritos Económicos-Filosóficos

[6] Ibid

[7] MARCUSE, H. en Wissenschaft und Technik als “Ideologie” de J. Habemas

[8] HEIDEGGER, M. Ciencia y Técnica